Un diagnóstico ambiental de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) advirtió que las 507 granjas porcícolas registradas en Yucatán representan una amenaza para los recursos naturales y la salud pública.
Estas granjas se concentran en 83 de los 106 municipios del estado, afectando principalmente localidades como Conkal, Telchac, Homún y Tizimín, donde las operaciones van desde pequeñas granjas de autoconsumo hasta grandes complejos industriales.
El informe señaló altos niveles de contaminación en cenotes y pozos debido a desechos porcinos que contienen nitrógeno amoniacal, nitratos y bacterias coliformes fecales. Esto impactó directamente a las comunidades rurales que dependen del agua subterránea. Además, la calidad del aire en las zonas aledañas a las granjas se ve comprometida por gases como metano y amoníaco, los cuales contribuyen al cambio climático y afectan la vida cotidiana de los habitantes.
El suelo también enfrentó problemas de contaminación, con acumulación de metales pesados que comprometen su fertilidad.
Francisco Bautista Zúñiga, investigador de la UNAM, explicó que una mega granja alberga más de 50 mil cerdos, generando aproximadamente 18 mil 250 toneladas de excremento al año. Según el especialista, las plantas de tratamiento actuales no pueden manejar estos residuos de manera adecuada, agravando los problemas ambientales y sociales.
Bautista subrayó que la ubicación de las granjas es un factor clave, ya que muchas se encuentran en planicies kársticas cerca de cenotes, lo que facilita la contaminación del acuífero. Propuso establecer estas granjas en terrenos con suelos más profundos, alejados de fuentes de agua y poblados, además de reducir el tamaño de las operaciones para manejar entre cinco mil y diez mil cerdos, siguiendo modelos más sustentables implementados en países como China y Estados Unidos.
El investigador recomendó el uso de tecnologías como separación de sólidos, tratamientos anaerobios y humedales artificiales, así como una reducción significativa del consumo de agua.
Aunque algunas comunidades mayas obtuvieron victorias legales contra las mega-granjas, Bautista enfatizó que se requiere una solución integral que contemple no solo los intereses económicos, sino también la salud pública y la sostenibilidad ambiental.